25.9.11

[Paréntesis IV]






... la mayoría de la gente inicia las relaciones por los motivos “equivocados”: poner fin a su soledad, llenar un vacío, conseguir amor o tener a alguien a quien amar; y estos son los mejores motivos. Otros lo hacen para tranquilizar su ego, acabar con sus depresiones, mejorar su vida sexual, recuperarse de una relación anterior, o - lo creas o no - para aliviar su aburrimiento.
Ninguno de estos motivos funcionará, y a menos que con el tiempo tenga lugar algún cambio dramático, la relación no saldrá bien.


Si ambos estáis de acuerdo a un nivel consciente de que el objetivo de vuestra relación consiste en crear una oportunidad, no una obligación; una oportunidad de crecimiento, de autoexpresión plena, de elevar vuestras vidas a su más alto potencial, de subsanar cualquier falso pensamiento o idea que hayáis tenido de vosotros mismos, y de la unión final con Dios a través de la comunión de vuestras dos almas; si asumes este compromiso, en lugar de los compromisos que has asumido hasta ahora, la relación se habrá iniciado con muy buen pie, habrá tenido un muy buen principio.
Sin embargo, eso no garantiza el éxito.

Si quieres garantías en la vida, entonces no quieres la vida. Quieres ensayar un guión que ya haya sido escrito.
Por su propia naturaleza, la vida no puede tener garantías; de ser así, todo su propósito se vería frustrado.

Esta bien de acuerdo. Supongamos que he iniciado mi relación con este “muy buen principio”. ¿Cómo puedo mantenerla?

 Sabiendo y entendiendo que vendrán pruebas y momentos difíciles.
No trates de evitarlos. Dales la bienvenida. Agradécelos. Considéralos como unos magníficos dones de Dios; oportunidades gloriosas de hacer lo que has venido a hacer en la relación, y en la vida.
En esos momentos, esfuérzate en no ver a tu pareja como el enemigo, como la oposición.
En realidad, procura no ver a nadie, ni a nada, como el enemigo, o como el problema. Cultiva la técnica de contemplar todos los problemas como oportunidades; oportunidades de...

 ... lo sé, lo sé: “de ser, y decidir, Quien Realmente Eres”.

 ¡Exacto! ¡Veo que lo vas entendiendo!

 Sin embargo, todo eso me sugiere una vida bastante aburrida....
¿Cuándo aprenderé lo suficiente sobre las relaciones como para que las mías vayan sobre ruedas? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Acaso deben suponer constantemente una prueba?

 No tienes nada que aprender sobre las relaciones. Únicamente has de manifestar lo que ya sabes.
Hay una manera de ser feliz en las relaciones y: consiste en utilizarlas para el fin que les es propio, y no para el que tu les has designado.

Las relaciones son una prueba constante; constantemente invitan a crear, expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, las mayoresvisiones de ti mismo, las más magnificas versiones de ti mismo. En ninguna otra parte puedes realizar esto de un modo más inmediato, efectivo e inmaculado que en las relaciones. En realidad, si no fuera por las relacionesno podrías realizarlo en absoluto.

Sólo a través de tus relaciones con otras personas, lugares y acontecimientos puedes existir (como una cantidad cognoscible, como algo identificable) en el universo. Recuérdalo: en ausencia de algo distinto, tú no eres. Eres únicamente lo que eres en relación a otra cosa que no es. Así es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo absoluto, en el que Yo habito.

Cuando entiendes esto con claridad, cuando lo comprendes en profundidad, entonces bendices intuitivamente todas y cada una de tus experiencias, todo encuentro humano, y especialmente las relaciones personales humanas, pues las ves como algo constructivo en su más alto sentido. Ves que pueden utilizarse, que deben utilizarse, que se utilizan (lo quieras o no), para construir Quién Realmente Eres.



Cuando las relaciones amorosas humanas fracasan (en realidad, las relaciones nunca fracasan, excepto en el sentido estrictamente humano de que no producen el resultado que quieres), es porque se habían iniciado por una razón equivocada.

(Por supuesto, “equivocado” es un término relativo, que significa algo opuesto a lo que es “correcto”, sea lo que sea. Resultaría más exacto, en vuestro lenguaje, decir “las relaciones fracasan - cambian - más a menudo cuando se han iniciado por razones no totalmente beneficiosas o que conduzcan a su supervivencia”.)

Entonces, te ruego que me digas: ¿qué promesas debo hacer en una relación?, ¿qué acuerdos debo cumplir? ¿Qué obligaciones comporta una relación? ¿Qué pautas debo buscar?

 La respuesta a esto es la respuesta que no puedes oír, puesto que te deja sin ninguna pauta y vuelve nulo y sin efecto cualquier acuerdo en el momento mismo de tomarlo. La respuesta es: no tienes ninguna obligación. Ni respecto a las relaciones, ni respecto a nada en la vida.

No puedes creer en una relación libre de obligaciones si no aceptas quién y qué eres realmente. A una vida de completa libertad tú la llamas “anarquía espiritual”. Yo la llamo la gran promesa de Dios.
Sólo en el contexto de esta promesa puede completarse el magnífico plan de Dios.
No tienes ninguna obligación en tus relaciones. Tienes únicamente oportunidades.

Escuche esto y, sin embargo, una y otra vez en mis relaciones me he dado por vencido cuando las cosas se han puesto difíciles. El resultado es que he tenido un rosario de relaciones, mientras que cuando era un chiquillo pensaba que tendría sólo una. Parece que no sepa qué es mantener una relación. ¿Crees que alguna vez aprenderé? ¿Qué he de hacer para que eso suceda?
 Haces que parezca que mantener una relación significa que esta ha sido un éxito. Procura no confundir la duración con el trabajo bien hecho. Recuerda que tu tarea en este planeta no consiste en ver cuánto tiempo puedes mantener una relación, sino en decidir, y experimentar, Quién Eres Realmente.
Esto no es un argumento a favor de las relaciones de corta duración; pero tampoco hay necesidad de que sean de larga duración.
Sin embargo, aunque no hay tal necesidad, se pueden decir muchas cosas de ellas: las relaciones de larga duración proporcionan notables oportunidades para el crecimiento mutuo, la expresión mutua y la mutua satisfacción; y ahí radica su propia recompensa.

¿Qué tiene de malo enamorarse perdidamente sin haber pensado en ello?

 Nada. Enamórate de tantas personas como quieras, si ese es tu deseo. Pero si vas ha establecer con ellas unas relaciones para toda la vida, tal vez quieras pensar un poco en eso.
Por otra parte, si disfrutas pasando de unas relaciones a otras - o, lo que es peor, manteniéndolas porque crees que”tienes que hacerlo” y, por tanto, viviendo una vida de callada desesperación -, si disfrutas repitiendo estas pautas de tu pasado, sigue haciendo lo que has hecho hasta ahora.













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