EDITO
Así es como se define una persona que es fiel a su pareja.
Pero a la hora de comer, lo que se dice comer de verdad para llenar el estómago
ahí ya no soy fiel a la misma mesa.
Ni si tengo que ir de restaurant como si he de buscar una receta para un menú sorpresa.
A mi me gusta improvisar en la cocina.
De hecho, quien me conoce sabe que nunca guiso los mismos platos.
Jamás de los jamases.
Me niego a la cocina aburrida, monótona y monotemática.
Tengo tanta debilidad por coleccionar recetas de cocina, y guisarlo siempre con mi toque personal, que desde los 10 años, que empecé a meterme en los fogones de todas las casas de los familiares del pueblo donde nació mi abuela que hasta la panadera del pueblo me enseñó a preparar el bizcocho tradicional del pueblo, y sobre todo, el recipiente hecho con papel donde depositar la masa y hornear.
Todo tradicional.
Pues ahí empecé mi bloc de notas de recetas de cocina.
Lo conservo.
Recortaba de cualquier revista una foto del plato de la receta, y escribía en mi bloc de notas.
Allá donde iba, a modo de entrevistadora, me ponía a preguntar cómo se hacía tal plato.
La verdad es que más de una madre se reía cuando una criaja le preguntaba cómo se preparaba eso que había comido.
Mis compañeras de escuela no le preguntaban eso a su madre.
Yo sí.
La suerte es que mi mamá me dejaba preparar luego en la cocina, con la condición que luego recogiera todo. Y yo le ponía la condición que sólo me ayudara en las cosas difíciles.
Así, conseguí a la edad de 10 años, que mi mamá me dejara cocinar 1 día o 2 al mes.
Para mí era todo un honor.
Lo que más rabia me daba era ponerme el delantal (mandil).
Pero mamá no me dejaba ser cocinera si no era con el delantal puesto.
Es que me llegaba a los pies.............. y no podía caminar bien.
Así que mamá me enseñó a ponérmelo de manera que me quedara como a ella le quedaba. Cogía los extremos donde están las cintas, que me llegaban hasta las rodillas, y asiendo ambos a la vez me los subía hasta la cintura. Al estar cogidos al delantal, la tela también subía. Y se acortaba el largo del delantal. Ya tenía un delantal a mi medida.
Mi mamá cocinaba de maravilla. Y sigue cocinando igual de bien. Es una artista de la cocina. Pocos son los guisos que no nos hayamos comido por no gustarnos.
Sólo recuerdo un flan que se le fue la mano con la harina de maíz (maizena)
Aquello no era flan. Aquello era cemento.
Y pobre mamá, con lo que le costó económicamente, casi nos obligó a comerlo.
¡El engrudo estaba más bueno que eso!.
Aún hoy al recordarlo, nos morimos de la risa, y no puedo evitar darle un beso y un abrazo a mi mami, por lo que la hicimos sufrir ese día. Pero ella también nos hizo sufrir.
Y nos volvemos a reir pero con ganas, de esas que saltan las lágrimas.
Y mira que hasta los macarrones crudos me comía.
Me encantaban.
Uno, uno... le decía a mi abuela cuando preparaba los mejores macarrones que se puedan comer.
Hasta los gratinaba. Hmmmmm. Es que me relamo al recordarlos.
También guardo la receta, que compartiré con vosotros.
Mi abuela materna es la que más recetas me enseñó.
Ella le hacía el pan a mi abuelo, que no podía comer pan de trigo.
Hacía cabello de ángel.
Confitura de boniato.
Confitura de cualquier fruta.
La mejor sopa de fideos y galeras.
Las mejores madalenas y bolitas de coco.
Al contrario de mi madre, que siempre inventaba los platos, mi abuela era siempre la misma receta, sin salirse de la receta básica que ella preparaba.
Así siempre le salían igual de ricos los platos que guisaba.
Realmente no eran mejor ni los platos de mi madre ni los guisos de mi abuela materna.
En casa, guisaban ambas.
Mi abuela materna vivía con nosotros. Era como nuestra segunda madre.
Y a veces, metíamos la pata cuando felicitábamos a mi madre o a mi abuela pensando que la comida la había preparado una y resultaba que la había preparado la otra.
En casa, mi papá nos enseño con su propio ejemplo a comérselo todo, a no despreciar los guisos que hubiera preparado mamá y sobre todo, agradecer y aplaudirle el esfuerzo de mi mamá por preparar la comida cada día.
Incluso si sólo comíamos ese día fruta -- cosa que solíamos hacer una vez a la semana y nosotros más felices que una garrapata a lomos de un perro --
Entonces bendecía la mesa y a comeeeeerrrr!!!!
Mi papá siempre alabó a mi mamá el esfuerzo por ir a comprar, y alimentarnos a todos.
Lo sigue haciendo.
Y ese aprendizaje desde la infancia, que les agradeceré siempre, hizo que allá donde fuera, apreciara el tiempo que la mamá de la casa, había usado en preparar una comida.
Así que, todas las mamás de mis amigas, querían invitarme a comer. Porque me lo comía todo. No solo eso. Yo disfruto comiendo. No puedo evitar ponerme un bocado a la boca y exhalar un hmmmmmmmm. Pero de corazón. Porque todo aquello que se ha guisado con cariño y amor, está bueno. Garantizado.
Aunque sean unos huevos fritos, o una sencilla barbacoa -- BBQ --

Si los preparas con cariño, y con todos tus sentidos puestos, todas las comidas saben mejor que otras hechas sin gracia.
Si hay algo que me molesta realmente, es la cantidad de comida que se tira.
Mis padres nos enseñaron a comer todo lo que teníamos en el plato. Que era mejor servir menos comida en el plato y repetir si se quedaba con ganas, que llenar el plato hasta el borde por gula para luego dejárselo por no poder acabárselo.
Casi siempre repetíamos.
Tanto en casa como cuando íbamos a casas de los amigos.
Hoy descubrí, algunos blogs de cocina casera, cocina de estar por casa.
Cocina como la que prepararía mi mamá o mi abuela.
Y me ha encantado ver que hay más personas que en la cocina se comportan como yo.
Así que los he añadido a mis nuevos descubrimientos.
Si os gusta la cocina, os dejo en ésta entrada sus enlaces.
Como podéis ver, aquí el título de la entrada no es lo que pienso.
Porque descubrí varios blogs en los que perderme a comer.
No soy mujer de un solo blog de cocina.
Pero soy fiel seguidora de cada blog.
Gracias a éste
http://consaboracanela.blogspot.com
llegué a éstos otros
http://cuatroespecias.blogspot.com/http://menu-cocinadecasa.blogspot.com/http://cocinaporaficion.blogspot.com/la paella que hace es tal como la hago yo.
Es lo que tiene ser de "la terreta"
http://caracolesjuan.blogspot.com/mi gran debilidad, los caracoles.
No me los como crudos, porque resbalan y no se dejan coger.
Me los como de cualquier manera.

Aquí con mantequilla de ajo y perejil al horno.
¿Mi debilidad por los caracoles?....
ahí la culpa la tuvo mi abuelo materno. Para mi suerte.
Cada vez que salíamos al monte, volvíamos con redes llenas de ellos.
Y luego la abuela los guisaba.
Los cocino incluso al horno tan solo con sal, pimienta, hierbas provenzales, aceite de oliva y un chorro de wisky al sacarlos para flambear.
!/2 de hora de horno.
Están mejor que las pipas de girasol.
¡Que aproveche!
Para mí es ya la hora de comer..........
P.D. ----- También he conocido a hombres
excelentes cocineros.
En la zona donde vivo, es costumbre
que la paella la haga el padre o el hijo
de la casa.
Con fuego de leña a ser posible.
Las mejores paellas que he comido
han sido hechas por hombres.
Que conste.